Ana Clara Roverso
2 min readMar 14, 2022

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Leer las primas fue un acto muy bonito pero solo al principio porque fue un libro que me regalo mí hermana y porque abrís la tapa y te encontras con la cara de aurora y si bien parece una señora calma y tranquila en realidad no lo fue porque entre tanta vida y tantas publicaciones vivió noches de bohemia en paris con simone de beauvoir, albert camus y encima fue amiga de borges entonces ya uno entra a la historia esperando un montón pero la señora cara de buena te sorprende y te da más de lo que podías imaginar porque hay relatos que lo superan todo la señora escribió con más de ochenta años desde la voz inocente de una niña y yo admiro los recursos que utilizó para hacerlo porque a las palabras raras y bonitas que dan altura literaria las introdujo con el recurso de una nena aprendiendo al lado de un diccionario y ahí el libro deja de ser bonito porque empiezan a aparecer los personajes que son especiales quiero decir distintos con un montón de problemas no cómo los míos sino otros más grandes porque se trata de gente minusválida y deforme y también hay hechos que son atrocidades que mientras uno lee se niega a creer que pasen pero pasan y es tan espantoso que uno preferiría dejar de leer y bajarse de esté mundo tan cruel pero el relato sigue y para seguir uno tiene que abrir la mente y darle espacio a cosas horrendas y espantosas que no quiere que entren a infectar la mente pero en un tira y afloje mental entran porque hay que seguir con la vida y la historia y es todo de una crueldad sin límites que ojala no pase pero que hay que visibilizar porque pasa y por eso todos tendríamos que leer este libro además de que la señora cara de buena “narra con una prosa que que pone en peligro todas las convenciones del lenguaje literario”, narra un poco cómo yo escribo acá así de corrido pero en el libro el fundamento es que la chica es minusvalida en cambio lo mío es un poco un acto de rebeldía pero ahora eso no importa lo que importa es que es una obra maestra que para coronar tiene un prólogo de mariana enriquez y ya no digo más nada porque ha quedado todo dicho.

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Ana Clara Roverso